Unas baterías programadas con sonido ochentoso disparan el disco. “Van a despertar al gordo”, dice Marilina Bertoldi más adelante, como una advertencia. ¿Quién es el gordo? ¿Capaz es ella? Suena a Clics modernos de Charly García hasta que aparecen unos teclados purpurinas a lo Tear for Fears. Marilina pide, respira, suplica, “cierren el orto, están locos, por favor no se limiten con los otros”. Grita, advierte de vuelta. Tzac Tzac, gatilla un efecto de ojos delineados con lápiz negro como el “Eyes Without a Face” de Billy Idol. ¿El gordo es el rock? Una guitarra Purple Rain aparece en uno de los pocos solos de guitarra de Para quien trabajas, después de que con toda la teatralidad en su voz diga: “No sé qué van a hacer con eso”.
En este disco, la Marilina de la guitarra eléctrica, la estrella de rock, no está. Hay menos de PJ Harvey y mucho de Aspen Classic. Y hay mucho, todo, de Marilina: compuso, tocó todos los instrumentos, hizo todos los beats, las programaciones, los samples, interpretó y fue, al fin, la productora. Lo logró, su máximo anhelo hasta ahora, tocó las perillas de su propio disco. Lo maquetó en su homestudio y luego fue a Los días perfectos, el estudio de Mariano Otero, que ofició de ingeniero y, según ella, de facilitador para sus ideas. Por primera vez se pudo sentar detrás de las consolas y proyectar lo que en su cabeza sonaba.