Soda llegó a los estudios de la calle Paraguay con el material ya compuesto, apoyado en dos demos que todavía siguen dando que hablar. “Grabamos en los estudios de CBS que eran enormes, recuerdo que el control estaba arriba, con consolas antiguas. Había cambio de turnos de los ingenieros y teníamos que empezar a grabar de cero. Por ahí estábamos un día para grabar un tema”, reflejó Charly Alberti sobre un trabajo que les demandó quince días.
Por entonces, el trío se mostraba permeable a las influencias, con el ska y la new wave bien al frente, y la referencia tan mentada a Madness, Men at Work y The Police. La propuesta sonaba lógica, en un contexto en el que nacían y se desarrollaban grupos como Virus, Zas, Los Twist, Viudas e Hijas de Roque Enroll y Los Abuelos de la Nada. Cada uno con sus matices, coincidían en una pretenciosa modernidad, en un cuidado estético hasta entonces inexistente o avergonzante y una aparente liviandad en el mensaje que no era tal, pero que sirvió para pintar una sensación de época que terminó de estallar el 10 de diciembre de 1983 con la asunción de Raúl Alfonsín. El clima efervescente, burbujeante, ideal para jugar con el nombre del grupo, fue aprovechado por Soda en una estrategia de marketing inconsciente.
Si los primeros discos suelen ser un compendio algo desordenado de influencias y canciones propias, en el caso de Soda reflejó principalmente la explosión new wave y post punk fundamentalmente por el efecto causado por la visita de The Police. “Hacemos reggae polaco con rock and roll dietético”, dijo Gustavo a la Revista Pelo, poco antes de empezar a grabar el disco. “Es nueva ola, un género criticado, pero genuino, espontáneo”, sumó Charly. “Es música desprejuiciada”, coincidió Zeta. “Las letras algunas tienen un toque irónico, otras hablan de amor. Pero sobre todo ponemos énfasis en lo musical”, cerró el cantante.
Para ordenar un poco ese caos, Rodríguez Ares propuso como productor a Federico Moura, que los había visto en los pubs y había dado su visto bueno. Virus ya tenía tres discos para entonces y su cantante y líder indiscutido era un faro para esta nueva ola. Por más que la escena a la distancia se perciba como mítica, el propio Moura minimizó de alguna manera su participación en la obra. “El trabajo fue muy simple porque los temas ya tenían los arreglos resueltos y pensados, desde el sonido de los instrumentos hasta detalles de voces”, afirmó sobre su tarea.
“Los había ido a ver en vivo, cuando los conocí me di cuenta de que eran muy talentosos. Me lo ofrecieron 15 días antes de la grabación, hice lo que consideraba con un trabajo acabado de parte de ellos”, dijo tiempo después en la Rock & Pop. “Fue muy simple porque los temas ya tenían los arreglos resueltos y pensados, desde el sonido de los instrumentos hasta detalles de voces”, sumó.
Moura tomó el lugar que pudo haber sido de Daniel Melero. El líder de Los Encargados era amigo y socio creativo de Cerati, y él mismo contó por qué quedó en el camino. “Alguien decidió que yo estaba demasiado loco”, le confió a Marcelo Moura, hermano y compañero de Federico en Virus, en su programa Cada noche música. “A mí me pareció genial que propusieran a Federico y él tuvo una sugerencia que a mí nunca se me hubiese atrevido, que fue incluir una canción mía en ese álbum. Y eso tuvo injerencia en el desarrollo artístico de Soda y mío, movió una piedra hacia el mejor lugar”. Aunque de acuerdo a lo reflejado por el periodista Sergio Marchi en su libro Algún tiempo atrás, el responsable de la inclusión del tema fue Rodríguez Ares. “Siempre me gustó agregar una balada en los discos”, justificó.
La referencia, claro, es para “Tratame suavemente”, tema firmado por Melero e interpretado por Los Encargados, al que Cerati le agregó una impronta dramática y un puente uptempo que lo potenció. Más allá de esta versión, Soda Stereo el disco fue un producto casi exclusivo de Soda Stereo la banda. Melero tocó teclados en algunos temas, Moura hizo lo propio con los sintetizadores y junto al Gonzo Palacios y su inolvidable saxo de “Por qué no puedo ser del Jet-Set?”, fueron los únicos invitados del álbum. Estos dos temas, más “Sobredosis de T.V.”, “Te hacen falta vitaminas” y “Un misil en mi placard” se convirtieron en grandes hits y acompañaron al grupo y a Cerati solista en diferentes momentos de su vida.
Pero en aquel momento la canción más representativa era “Dietético”, el primer videoclip que se publicó antes que el disco. Con una buena rotación, el single -otro concepto retro- sirvió para que el nombre de Soda empezara a trascender más allá de los sótanos. Se filmó en el departamento de Leo Satragno, el hijo de Pinky y Raúl Lavié, ubicado frente al Botánico. El músico era fan y se hizo amigo del grupo, que pasaba mucho tiempo, en ese espacio donde se respiraba libertad y hacía las veces de refugio.
El clip, como toda la gráfica de la época, fue responsabilidad de Alfredo Lois. Compañero de Gustavo y Zeta en la carrera de publicidad, estaba ligado al grupo desde el comienzo mismo, ya que en su cumpleaños de 1982 Soda tocó por primera vez de manera informal. La tapa de Soda Stereo muestra un dibujo de cada uno de los músicos ubicados en diagonal. “Las fotos son tres individuales que montamos. A Alfredo no le gustaba mucho porque quedaba muy fotográfico y reemplazó todo por un dibujo que hizo arriba de la foto”, contó Zeta sobre una imagen ya icónica, entre el grafiti y el stencil.
La presentación del disco para la prensa también es una trompada directa a la nostalgia. Para enfatizar la campaña de promoción, Rodríguez Ares citó a la prensa en el Pumper Nic de Suipacha, entre Lavalle y Corrientes. Era el local por excelencia de las comidas rápidas, antes que llegaran los gigantes de los Estados Unidos, y a la banda le pareció que la ambientación fifties encajaba perfecto en ese curioso maridaje entre la cultura retro y la modernidad. La cita fue el 1° de octubre, coincidente con el cumpleaños número 26 de Zeta, cuando el grupo golpeó la mesa del revitalizado rock argentino y desde entonces todo fue en ascenso.
La presentación oficial fue el 14 de diciembre en el Teatro Astros. Fue una apuesta grande, y, si bien no lograron colmarlo, dieron otra muestra de sus ambiciones. Lois diseñó una puesta para reflejar la sobredosis de televisión que tanto los preocupaba y que ya se perfilaba como uno de los grandes hits del trío. Dispuso una serie de aparatos flotando en el escenario, algunos aportados por los propios músicos que tuvieron que conseguir de apuro la tarde misma del show.
“Lo que se veía desde abajo era muy fuerte: una iluminación plateada, con humo, muy futurista. Una verdadera sobredosis de TV. Además, estaba la banda en sí misma, que en esa época era muy excitante. Quienes lo vivimos no vamos a olvidarlo jamás y creo imaginar la sorpresa del público ese día. Estábamos despegando”, escribió Bosio en su libro Yo conozco ese lugar.
El vuelo de Soda no tuvo límites más allá del cielo y la muerte de Gustavo Cerati hace casi diez años no hizo más que agigantar la leyenda. A 40 años de su primer disco, el legado sigue descubriendo nuevos brotes, como el reciente anuncio de Zeta y Charly de la edición de un tema inédito de aquel demo que empezó a darle forma a todo y que propone otra estación de un viaje sin final.